YO ¿CRITICO A LA TELEVISIÓN?

YO ¿CRITICO A LA ?


Pensando en que a nadie le cabe duda que la televisión constituye uno de los grandes inventos en la historia de la humanidad, he querido satisfacer una necesidad de escribir sobre la TV en general y sobre su contenido en particular, para ellos he debido comprender que su presencia ha revolucionado todos los ámbitos de la vida humana y, en especial, el de la familia. Es así como en esta "caja mágica" descubrimos un medio que nos informa, distrae y educa, pero también vemos un instrumento vivo que nos influye y nos vende cosas, muchas veces innecesarias pero apetecibles.

Creo, con cierto grado de certeza, que el abanico de posibilidades ofrecidas diariamente en pantalla para “distraer” nuestra globalizada e interconectada vida, se ha gestado con un afán de hacer aportes positivos a la sociedad, pero al ver sus productos me encuentro con obligados comentarios apuntando a confrontar sus contenidos y los efectos negativos que tiene respecto de los demás medios de comunicación. Sea por su mediatez, por su influencia colectiva o por su estructura visual y editorial, da lo mismo, todo gira respecto a lo que dijo la TV y por ello mismo es verdad, hasta que otra verdad desvirtúe la ya dicha, de esta forma entramos en el juego del zaping, necesidad básica e insatisfecha de todo buen televidente, que confronta, investiga, se instruye, informa o simplemente se entretiene en un mundo muy lejano, pero hecho a la medida de lo que se aspira, ver lo que supuestamente quiere.

En algunos momentos me sentí otra persona viendo críticamente la pantalla, revisando brevemente los programas de distintos formatos y para distintos destinatarios, pero por más que intente entretenerme con algunos de ellos, más me convencía de que la oferta es pobrísima, por no decir nula, al menos en ese momento. Toda o casi toda la programación se estructura para ser digerida y olvidada fácilmente, claro esta que las excepciones se da con algunos programas envasados, algunos noticiarios o programas de corte científico. En la TV, la parrilla programática esta estructurada para cautivar y hacer dependiente de ella al televidente, aunque parezcan interesantes las propuestas, los temas son mediáticos, acusan una realidad social (los noticieros, crónicas programas investigativos) y muestran un ideal de vida pocas veces al alcance del televidente común que en esos momentos esta frente a la pantalla (programas de entretención familiar y de opinión farandulera), En fin, hasta quise convencerme que estaba siendo injusto con la “caja idiota” que llenó algunas tardes de lluvia en mi infancia o me hizo ser campeón con algún deporte masivo. Como no darle valor a esos sueños construidos, viajando por el mundo gratuitamente gracias a los suculentos premios que se ganó el concursante de turno, por momentos tuve que renunciar a ser telespectador.

No es fácil el trabajo del televidente de la TV abierta, sin importar la edad, condición o sexo, esta sometido al estrés de tener que digerir cuanto mensaje le envíen y aceptar todo tipo de receta de vida, y si es un triunfador participara interactivamente de la actualidad social, noticiosa y de opinión con un mínimo costo, pero teniendo la posibilidad de no solo ser participe, sino que posible ganador de algo.
Los programas infantiles no los encontré (claro está que en la TV abierta, que de ella me estoy haciendo experto), era casi nula la oferta televisiva, se aferra a los dibujos animados, que con esfuerzo se entiende su pretensión, ya que lo importante son las hazañas realizadas y el lenguaje utilizado, pero nada constructivo, nada pensado en autoafirmación personal o familiar, solo pelea, más pelea y la eterna lucha del bien contra el mal para salvar al mundo en el ultimo minuto. Me da la sensación que se diseñan para una población infantil de mayor edad, capaz de no solo ver monos sino que consumir la publicidad y ser gancho del consumo de las replicas de los mismos monos. Creo que es un segmento desvalorizado por la TV, a lo mejor los “chicos” no son rentables como televidente para crearle programas contextualizados y novedosos, como lo fueron en su momento Pin Pon o Cachureos en Chile, claro que debo asumir que son otros tiempos y por lo tanto existen otras excusas para no realizarlos.

Puedo inferir que el planteamiento de la programación infantil va direccionado a que el niño pueda ser telespectador junto al adulto, siendo, por lo tanto más importante la cantidad de televidentes frente a la pantalla como posibles consumidores, que el satisfacer una necesidad infantil o una necesidad de convivencia familiar. Por lo demás los infantes no pueden hacer valer sus puntos de vista puesto que la familia se convierte en cómplice al asumir la convivencia a través de estos u otros programas ofrecidos en horarios de la tarde o inicio de la noche, llaméense de concurso o telenovelas.

El televisor, no me cabe duda que ocupa un lugar importante en la casa y en la familia. En muchos hogares, se convierte en una especie de ídolo. Así cuando se ve un programa todos "deben callar" porque "el televisor" habla, porque aunque mañana no sea relevante lo que ocurre, en ese momento es lo más importante. Todos deben estar quietos y reflexivos sobre lo que nos muestran, no hay espacio para las interrupciones, opiniones o rechazos. Es como si debiéramos aprender a prestar atención a lo que nos "dice la televisión", especialmente si son los noticieros porque "aquí sí se dice la verdad de los hechos", o cuando se mira un concurso hay que enterarse de quién será el ganador, porque con él también ganamos nosotros.

Me parece interesantemente negativo observar el grado de influencia que ejerce la TV, cuando transmite mensajes que obligan a asumir posturas, expresiones y reacciones en cadena; dentro de la familia, crea un lenguaje de opinión distinto al cotidiano, es más intencionado, es más verdad para compartirlo con los amigos, vecinas, trabajo, es decir, donde se tenga oportunidad de socializar lo visto en la televisión. Esto, creo que es relevante en la medida en que interrelaciona a la familia, modifica conductas, a lo mejor muchas veces en forma inadvertida por lo telespectadores, pero que ocurre algo dentro del núcleo familiar, es un hecho, puesto que puede clarificar o construir actitudes y valores, así como potenciar las características de personalidad y la moral del televidente.

Lo que llama la atención en la TV es como logra a través del marqueting, la publicidad y el rating, convencer al televidente “que ver”, “a que hora” y este aceptar activamente en la propuesta sin mayor enjuiciamiento, hasta que alguien “también de la TV”, le dice que lo que vio era pésimo, que lo que escucho era falso, que el daño no era tanto, etcétera.

Esto me lleva a recordar algo leído en alguna parte “la televisión y los medios en general no reflejan, construyen la realidad”, por lo tanto, lo que vemos es tan subjetivos que dependerá de nosotros mismo si ocupamos o no el lugar donde nos quiere instalar nuestra “caja mágica” en esa fragmentación y montaje mediático de cada evento que va ocurriendo, y con tal agilidad que va cediendo su espacio a otro y a otro, a veces con simultaneidad de tiempo, intermedial, globalizado, como un “clic”.

Bueno, en la globalización que vivimos hoy en día, la televisión puede que no cumpla con una gran misión social de desarrollo cultural, más aun, puede que la televisión pública ni siquiera se aproxime a este fin ideal, pero si queda claro que entrega una respuesta que proyecta las necesidades, aspiraciones y sueños de gran parte de nuestra sociedad.


Angol, diciembre 15 de 2006.

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